miércoles, 1 de febrero de 2012

La gran mentira de las multas

           
            En mayo de 2009, al ir a coger el coche de vuelta de la exuberante rosaleda del Parque del Oeste, encontró sobre su parabrisas una multa por estacionamiento indebido. Efectivamente, había dejado el coche mal aparcado y, como aparecía escrito en dicho ticket de color amarillo que todavía conserva, ahora debería esperar a recibir por correo el comunicado burocrático con el importe a pagar por dicha infracción.
            Dicha multa nunca llegó a su domicilio. Según supo mucho tiempo más tarde, la multa que puso el Policía Municipal  tenía un importe de 84 euros. Tal vez esta cantidad hubiera sido menor si hubiera tenido oportunidad de pagarla en periodo voluntario. Pero nunca supo el motivo por el que el funcionario correspondiente no le envió, ni tan siquiera por correo certificado, el ansiado sobre con el logotipo oficial del oso y el madroño…
            Esta reflexión se la ha hecho a sí mismo porque sabe que el Ayuntamiento tiene todos sus datos fiscales y domiciliarios correctamente actualizados. Todos los años recibe religiosamente por correo ordinario los avisos de cobro de los impuestos de Vehículos, Bienes Inmuebles y Basuras, que obligatoriamente tiene que pagar aunque, al igual que muchos ciudadanos, no esté de acuerdo cómo gestiona el Consistorio las plazas de aparcamiento, la subida imparable del valor catastral de los pisos,  o la limpieza y gestión de basuras en la ciudad.
            Casi tres años más tarde, en enero de 2012, recibe una carta de su banco en el que le informa que el Excelentísimo ha embargado en su cuenta una cantidad de 118,61 €, exactamente un  41,20 % más del importe inicial de la multa. Es muy tarde para recurrirla, ya que ha generado intereses de demora por no haberla abonado en su día, y sabe que tiene todas las de perder ante la kafkiana administración que gobierna su ciudad, para la que un ciudadano es simplemente un súbdito que debe pagar sus impuestos sin rechistar.
            Ya que no puede vencer al enemigo, y saldar ahora mismo la deuda con el importe inicial de la multa, ha decidido no cruzarse de brazos ni bajarse los pantalones. Está moviendo todas las fichas posibles: Recurso Potestativo de reposición contra la vía ejecutiva puesto en el Registro Municipal, Recurso privado con su compañía de Seguros,  cartas-protesta a los principales diarios, Reclamación escrita en la web oficial del Ayuntamiento y Escrito en la oficina del Defensor del Pueblo.
            No sabe lo que conseguirá finalmente, pero sintiéndose un pequeño David, va a pisar un poco los juanetes del Goliath de turno. Sólo pide que se haga justicia.

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